¡SIEMPRES UNIDOS! "GENERACION DEL 65 COLEGIO LA SALLE LEON NICARAGUA": BIOGRAFIA HERMANO BENITO DIAZ EN SU 90º ANIVERSARIO

HNO. BENITO DIAZ

“Soy simplemente HERMANO”

Agustín Díaz López, nació en Herbosa, “poblado de hierba”, del Valle de Valdebezana, Antigua y pequeña población rural al norte de Burgos, España, un lunes 24 de mayo de 1924, hijo de Tomás Díaz, empleado del Ayuntamiento durante muchos años; fue seminarista diocesano y amigo de los Hermanos de La Salle; su madre, María López, mujer religiosa, dedicada a la familia y a las obras de caridad, el tercero de seis hermanos, tres mujeres y tres varones, todos viven, el mayor de 96 años.

El 27 de octubre de 1939, en Premiá del Mar (Barcelona), ingresó al noviciado de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, con el nombre de Hno. Benito Santiago, mejor conocido en Nicaragua como Hno. Benito, en donde su intensa y prolongada labor de educador y consejero ha dejado huella en muchas generaciones. Del grupo de aspirantes que comenzaron, perseveraron seis, viven dos, el otro es el Hno. Carlos Pablo, quien permanece en una comunidad religiosa en España.

Al cumplir quince años, mi padre me llevó al curso de la vida religiosa, me pareció difícil de lograr, pero fue posible, me enamoré de la vocación y nunca tuve crisis como para romper lo asumido, las dificultades las superé hasta llegar donde estoy, setenta años de haber llegado a Nicaragua, cumpliendo noventa años de edad, me queda poco por subir en la cuesta de la vida…

Hermano Benito

Hermano Benito, Managua, 1945

Vino a Managua el 27 de mayo de 1944 a los veinte años, cuando solamente había profesado sus primeros votos religiosos dos años antes, el 2 de febrero de 1942 (Premiá del Mar, Barcelona). De España pasó a Venezuela y de allí a Nicaragua. La primera impresión al llegar al aeropuerto Las Mercedes, fue ver una pequeña caseta rústica y una carretera estrecha por donde circulaban las carretas de bueyes.

Inició como docente en el Instituto Pedagógico de Varones (hoy Instituto Pedagógico La Salle), que cumplía treinta y un años de fundado. Le gustaron las instalaciones del Colegio, era un viejo edificio de madera de dos plantas, amplio y con buenas aulas, escuchaba cada mañana los clarines de la Academia Militar que quedaba contiguo. Comenzó enseñando en segundo grado de primaria, estando entre sus alumnos Carlos Solórzano, Jaime Morales C., Pedro J. Chamorro, Ramiro Guerrero.

“Fui uno de los primeros alumnos del muy querido y recordado Hno. Benito, quien a sus tempranos veinte años debutaba como maestro en segundo grado de primaria en el Pedagógico. Guardo de él sus enseñanzas, notable espíritu, ejemplar vida religiosa, ciudadano de honor de Nicaragua y maestro de gran calidad. Figura emblemática, por sus cualidades y dones, cumple sus primeros 90 años, gozando de magnífica salud, admirable talento y memoria sin par, al igual que su espíritu siempre abierto, fresco y animoso”.

Jaime Morales Carazo

León, Nicaragua, Julio de 1965

“Tuve el privilegio de conocer al Hno. Benito recién llegado a Nicaragua cuando yo era alumno del sexto grado de primaria. Desde entonces cultivamos una buena amistad, lo que me permite valorar su extraordinaria obra educativa en nuestro país. Representa la memoria histórica de la benemérita obra de los Hermanos en Nicaragua. Ha escrito la más completa reseña de tan encomiable labor”.

Carlos Tünnermann Bernheim

Chichigalpa 2012, apoyando comunidades pobres.

Junto a los Hnos. Carlos Laínez (q.e.p.d)

y Juán Antón Sanmartín

“Conocí al Hno. Benito cuando llegué al Pedagógico de Diriamba en 1955. Yo era alumno de segundo grado y el hermano daba clases en secundaria, ha tenido facilidad para comunicarse con los alumnos. Sin descuidar la disciplina y la formalidad en las clases, siempre tiene una frase de humor, a veces con un deje de ironía, para reforzar las ideas que quiere transmitir. Se identificó con mi papá, quien era maestro graduado del IPM en 1926, con frecuencia se refería a mi padre con aprecio y decía, que debía imitarlo en su buen trato con las personas y en su dedicación al estudio. Con una memoria extraordinaria, su vida ha sido un transitar luminoso por las aulas, difundiendo los valores lasallistas”.

Edmundo Zúniga Garcia

El Hno. Benito y el president René Schick 1965

“Hermano Benito, hombre sencillo y cercano a la gente, siempre dando palabras de ánimo, invitando con su vida a trabajar en la extensión del Reino, hermano que con entusiasmo y sin escatimar esfuerzos ha entregado su vida al servicio de los demás, especialmente de los niños y jóvenes".

Arlen Duarte Cantillano

Entre ellos: Hno. Benito, P. Ramón Barberá

(Col. Calazanz, León), Mons. Isidro Oviedo,

Hno. Manuel Estrada y Hno. Manuel Pérez Cabello

“Ha sido una bendición de Dios haber vivido con el Hno. Benito durante muchos años y escuchar sus enseñanzas. Me ha impresionado la influencia que tiene entre la gente que acude a él en busca de consejos; es para ellos un padre en quien ponen su confianza. Manifiesta gran preocupación porque las familias estén integradas y unidas; busca medios para atender a gente de escasos recursos, en especial a familias pobres de las comarcas. Para los ancianos es como un imán que los atrae, ven en él a Jesús cuando predicaba, sus predicaciones van a acompañadas por su ejemplo”.

Hno. Daniel Garcia

“Es un espejo de lo que debe ser un Hermano de La Salle, en él se ve al religioso coherente con la vivencia de su consagración; hombre de fe y piedad profunda y sencilla, austero en su vida, siempre dispuesto al servicio de los demás y amante de la pobreza y de los pobres; de él se puede afirmar, con toda seguridad, que transpira, de forma natural, el olor a oveja del que nos habla el Papa Francisco”.

Hno. Manuel Estrada Carpintero

Hno. Benito Díaz y Hno. Manuesl Estrada

“Cumple 90 años con una vitalidad que manifiesta con alegría, entusiasmo y ganas de vivir con cercanía amistosa y fraternal, con actividad productiva de proyección apostólica y social. Doy gracias a Dios y a ti, por tu vida; felicitaciones”.

Hno. Moisés Rodríguez Rojo

“Benito es el hermano de todos que invita siempre al entusiasmo, la ilusión y el amor a Dios, desde la superación de la realidad cotidiana”.

Hno. Juan Antón Sanmartín

En 1945 lo trasladaron como maestro al colegio Beato Salomón en León. El 25 de abril de 1949, en Diriamba, a los veinticinco años, pronunció sus votos perpetuos. En 1951 regresó nuevamente a Managua. En 1961 fue nombrado director del colegio “Beato Salomón”, después fue enviado a Honduras (San Pedro Sula), a Costa Rica, a Panamá (Colón) y a Colombia (Barranquilla), volvió a León de Nicaragua en 1972, poco antes del terremoto que destruyó la capital.

Regresó a la capital, como director del Pedagógico, en las nuevas instalaciones, donde permaneció hasta 1977. Al triunfo de la Revolución Sandinista, estuvo a cargo de la dirección del colegio en León: “la normalidad apoyada en una aceptada disciplina, unida al interés de todos, pudieron superar las deficiencias que causó la inquietud política de los primeros meses”. Estuvo en Managua en 1984 hasta que retornó (1997) definitivamente a la que considera “su ciudad”, en donde vive y “se quedará para siempre”

León ha sido su vecindario predilecto, por la amabilidad de la gente, la historia y el ambiente pueblerino, estudiantil y colonial que le cautivó, a pesar del calor y el polvo, lo asumió como su entorno natural, urbano y rural imprescindible y, la ciudad y sus pobladores, lo adoptaron como uno de sus hijos. Piensa que es un lugar donde se puede caminar y relacionarse con las personas quienes le muestran aprecio, los que tienen comodidades y la gente más sencilla, los lasallistas de distintas épocas. De nacionalidad española por nacimiento, asumió la nicaragüense por decisión personal.

Me cautivó León porque es acogedora, aquí todos nos conocemos, todo está al alcance de la mano, al menos así era antes, cuando las puertas no se cerraban y la gente salía afuera con su mecedora, hay fraternidad, aunque las circunstancias han cambiado…

Soy nicaragüense desde que vine; la nacionalidad la asumí a principios del ochenta; cuando me balearon el 15 de febrero de 1979 en el brazo y el abdomen estando en el Colegio, tomé la decisión de no irme nunca del país y correr la suerte de los nicaragüenses: las erupciones volcánicas, el terremoto del 72, el largo proceso de la guerra, ha sido un camino difícil. La Revolución despertó inquietudes entre los jóvenes, peligros, confusiones, esperanzas. Después del triunfo, me motivó la posibilidad de lograr la paz, era el anhelo común. Es lo que sigo queriendo, que haya siempre paz, armonía y fraternidad.

Obtuvo el título de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto Nacional Miguel de Cervantes (1949). En la Universidad Nacional de Nicaragua en León, hizo estudios de Farmacia y Química (1970) que completó en Panamá. En la década del setenta estudió psicología (1975) en la Universidad Centroamericana, hizo su tesis sobre la juventud leonesa.

Hno. Benito en las Ruinas de Copán, Honduras. 1968

“Ha sido una gran satisfacción conocer al Hno. Benito, cuando llegué a León a iniciar mis estudios universitarios (1969), luego de dejar las aulas del IPM. Viví en las inmediaciones de La Salle, llegaba al colegio para rememorar mis vivencias lasallista. Otros hermanos que sirvieron en Managua y a quienes conocía, me presentaron al Hno. Benito, quien con el transcurso de los años y luego del nacimiento de mi hija mayor, me hizo el honor de ser su padrino de bautizo y servir de acólito en la misa en la cual ella recibió las aguas bautismales. Harían falta muchas hojas para describir las maravillosas experiencias personales con el querido “Chirizo”, a quien le guardo especial cariño y agradecimiento por los sabios consejos que ha brindado a mí y a mi familia”.

Julio R. Aguilar G.

“Conocí al Hno. Benito Agustín Díaz en el año 1975, cuando recién ingresaba al IPM en el II año de secundaria. De carácter afable y franco, él es mi primer contacto con el amor por la enseñanza y el apego al orden y la disciplina de los Hermanos de La Salle, en Buena hora esa bullaranga que se armaba en el aula de clases y que el Hno. Benito aprovechaba para aconsejarnos”.

Germán E. Padilla Díaz

Con el Rey de España, 1991

Acucioso académico e investigador de privilegiada memoria, guarda los datos precisos de la historia de los Hermanos en Nicaragua y de sus instituciones, ha sido parte de la vida de las entidades educativas lasallistas y testigo de muchos de los intensos acontecimientos nacionales de las últimas siete décadas, compartiendo las dificultades de la Congregación y los nicaragüenses.

El 8 de enero de 2010, en ocasión de los 400 años de la masiva peregrinación que abandonó León de Imabite y se trasladó a León actual (16 de enero de 1610 – 2010), celebrados por la Diócesis y la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, en el tricentenario Colegio San Ramón, ingresó como miembro de la Academia, con una ponencia sobre Francisco Hernández de Córdoba.

Disfruta, cuando las limitaciones lo permiten, de las caminatas matutinas, cuando le era posible viajaba en transporte colectivo de León a Managua, cruzaba a pie la distancia entre la casa de la comunidad y el colegio en León. Tiene su oficina en la entrada, su escritorio y su computadora, entre sus libros, revistas y recortes, reconstruye, escribe y cuenta la historia que conoce y ha vivido; está allí, siempre, atendiendo las inquietudes de los estudiantes, egresados, padres de familia y vecinos

Con Hno. Alvaro Rodríguez Echeverría,

Superior General de los Hermanos Cristianos, 2003,

Centenario de la llegada de los Hermanos a León, Nicaragua.

que saben encontrarán a un religioso con el oído atento, la disposición de darles una palmada en el hombro y unas palabras precisas, de ánimo u orientación. La gente lo saluda por donde pasa, conversa con ellos, ve las necesidades de los pobres y busca en quienes pueden, un compromiso que ayude a solventar las brechas de la pobreza.

De baja estatura y firmeza física, caminar de prisa y consistente, como su carácter, de guayabera blanca mangas largas y pantalón oscuro, uniforme, con una cruz en el pecho, bajo el cabello blanco corto, a veces usa gorra, sin botarla, sin perder de vista el rumbo, a pesar de la limitación de sus ojos cansados, avanza, sin desanimarse ni detenerse por las dificultades que la edad irremediablemente imponen, trabaja siempre, no se deja vencer: “Éste del cabello cano, / como la piel del armiño, / juntó su candor de niño, / con su experiencia de anciano; /…”

En la Sesión Especial de la Asamblea Nacional de Nicaragua realizada el jueves 13 de junio de 2013 para otorgar la Medalla de Honor del poder legislativo al Instituto de los Hermanos Cristianos por el Centenario de la Fundación del Instituto Pedagógico de Managua y del Colegio La Salle de León (1913 – 2013), el Hno. Benito recibió la distinción en nombre de los Hermanos, del ingeniero René Núñez Téllez, presidente de la Asamblea Nacional, y pronunció un discurso de agradecimiento, en el que, en su parte final, expresó: “no es Nicaragua quien debe de agradecer nuestra presencia en estas tierras, es La Salle quien da las gracias a Nicaragua porque con nuestras escuelas nos ha permitido ser constructores del país… Gracias Nicaragua porque has acogido en tu seno a tantos hermanos, que amándote, dieron su vida y su juventud y en tu tierra encontraron el lugar del descanso eterno”.

En la recepción efectuada en el Pedagógico, el Hno. Benito explicó el verdadero sentido de la condecoración “un puente que une un centenario que termina y otro que comienza”. Mirando al pasado agradeció a quienes fueron forjadores de esta historia, “compartió propósitos de fidelidad mirando al futuro” y acto seguido, en un gesto de humildad, colocó en el pecho del joven Hno. Oscar Aguilar Rourk, director del Colegio en León, la Medalla, porque consideró que "en aquel momento representaba el presente y future de La Salle en Nicaragua".

Muchas generaciones de estudiantes de Managua, León y Diriamba estuvieron en sus aulas, le recuerdan con aprecio por los consejos y oportunos señalamientos. Es un orientador familiar, psicólogo, educador e historiador, religioso activo de intensa labor en el servicio social a los más necesitados, además de su vocación hacia la educación de la juventud, ha dedicado parte de su vida a orientar movimientos familiars y otros apostolados. Ha sido miembro comprometido que ha contribuido, desde la fe, al movimiento de Cursillos de Cristiandad desde 1966, por lo que le fue dedicada la vigésima cuarta Ultreya Nacional celebrada en el gimnasio del Colegio La Salle en León en el año 2012.

Como parte de sus importantes aportes a la investigación histórica de Nicaragua y de su Congregación, ha publicado numerosos artículos sobre reflexión religiosa, educativa, orientación familiar e historia, en diarios y revistas; algunos de sus libros son El Instituto Pedagógico de Varones La Salle en la historia de Nicaragua: 1913/1993 (León, 1993), Camino de un centenario (1903 – 2003), La Salle en León, tres épocas, tres nombres (octubre 2013) y otras publicaciones biográficas como la Vida del Hno. Ángel Font.

Orando frente a la tumba del siervo de Dios,

P. Odorico D´Andrea; San Rafael del Norte. 2003

He recibido algunos homenajes, pero lo que más aprecio, lo que más importa es el gesto, el cariño, el agradecimiento de la gente. Soy Hermano de La Salle, simplemente Hermano, no historiador ni académico ni ninguno de los títulos que pudieron darme. No fui sacerdote, no era para mí, quedé en la comunidad y aquí sigo.

Llegué a Nicaragua descubriendo un mundo desconocido, con ilusión y entusiasmo de emprender la vida religiosa, no sabía que mi permanencia sería tan larga. No sabía nada de esta parte del mundo, me interesé por la historia simplemente para conocer, recorrí el territorio nacional por curiosidad y para aprender de la gente. Recibí cariño, me siento conocido y apreciado en Nicaragua. Creo soy una especie de puente, un testigo entre los fundadores, los primeros lasallistas de inicios de siglo y los actuales.

La Salle en Nicaragua ha calado profundamente, Managua no se entiende sin la presencia del Pedagógico. León ha sido testigo de sus aportes desde el San Juan de Dios. La Salle tiene mucho futuro, por la huella dejada en tantos laicos, por las vocaciones de varios nicaragüenses, por los aportes en la educación de país.

Hermano Benito

Managua, febrero de 2013

Gracias Hno. Benito Agustín, salud y paz:

por tu entrega a Nicaragua al servicio de los jóvenes y la gente sencilla, en tus 90 años de nacido, en los 70 de tu llegada al país, en los 30 asumiendo formalmente la nacionalidad nicaragüense, compartiendo nuestra suerte y permanecer definitivamente en León, tu ciudad.